24 de julio de 2013

Marea interna



El exterior se adentra en las profundidades de mi ser
su pase para acceder siempre fue el mismo:
el frío.
Cortando la piel, tajando y abriéndose paso
golpeando la (i)-realidad de mi yo-interior
para demostrarme que hasta las cosas mas hermosas se pueden ver en el triste invierno.

El golpe fue una gota
tan bella que me desconcertó, tan mínima que no podía creer que la sentí.
mientras miraba el mar, tan infinito
tan lejano y cercano a la vez
(una mezcla de sentidos que me desorientaba: oído y vista, y por momentos olfato).

Y allí, en ese instante de apenas segundos, es cuando me di cuenta que no estaba pensando en nada,
tenía la mente completamente en blanco
no percibí absolutamente nada que no viniera de mi
sólo contemplaba con miradas vacías las olas
yendo y viniendo, golpeando las rocas, erosionando el acantilado
y erosionándome a mi
con sus palabras incomprensibles
pero hermosas.


04:16 a.m



16 de julio de 2013

Dislexia


Palabras intercaladas
superpuestas
mezcladas.
¿Cómo curo la dislexia mental?

Las palabras andan chocando
(crush)
suenan como vidrios partiéndose en muchos pedazos
piedras rompiendo ventanas, ventanales
espejos auto-destruyéndose porque ya no pueden reflejarse a si mismos.

Las piedras de la calle se ponen tristes, porque saben que pronto vendrá el asfalto.

Y así encontraré el modo de suplantar las palabras inventadas
pero antes
las guardaré en un diccionario de 100 hojas.






10 de julio de 2013

Encierro

02:22 a.m


Largas noches de insomnio
¿cuántos días van? Ya perdí la cuenta.
Un auto pasa, siento como si despegara un cohete a mi lado
(10, 9, 8, 7, 6...)
Los sentidos alterados ya, sin razón alguna. La adaptación de mi organismo a la cafeína ya está controlada.
Una taza llena, la espuma es tan espesa:
marrón, blanca,
la cuchara revolviendo suena como si chocaran tazas, como si sonara el campanario de una iglesia.
Y mi mano,
como si esa cuchara fuera un remero y estuviera empujando, para llegar quién sabe a donde
pero con fuerza.

Ya no se ni lo que pienso
este encierro me está transformando la cabeza.

Es fácil de entender y explicar: no soy de las personas que se sienten cómodas aisladas, reclutadas en 4 paredes. Obviamente, entiendo que la salud es un tema importante y que podría agravarse de no ser así, pero ya no sé qué pensar al respecto.
¿Y si es la enfermedad la que me da insomnio? (Creía que era al revés, pero no)
Una enfermedad causando otra.
Un tercer elemento: la paranoia.
Los latidos de mi corazón ahora son tambores, a menudo no me dejan escuchar mis propios pensamientos.

Y los ruidos del exterior penetran mis oídos como cucarachas asquerosas, contaminándome sonoramente el triple de fuerte de lo que en verdad se oyen, resonando, haciendo eco en mi mente.
Mi realidad interior está cambiando. Tengo que bajar al mundo. O bajar al mundo hacia mí.
Abrir las ventanas: oxígeno limpio. La putrefacción de mi cuarto me está sofocando y asfixiando cada vez más y más (eso explica mis sueños). Me estoy encerrando en mi misma.

Claramente esto es una exageración, mis palabras son líneas mezcladas que encuentro en el café que estoy tomando en este momento.

03:05 a.m

Explosión cerebral


Nadando en una pileta llena de mar...
Es algo complicado de explicar. Mentalmente se imagina con una baranda, un borde de cemento, agua cristalina y calma; a esto se sumaría el hecho de que está llena de agua de mar.
Pero no.
En cambio, estaba allí dentro, no había ninguna baranda, ningún borde de cemento. El agua era turbia y salada. Había fuertes olas rompiendo contra mi, haciendo remolinos, empujándome, golpeándome y ahogándome.
Pero no era el mar en sí, me sentía segura, sentía que había un límite.
Intentaba salir para respirar aire; mis pulmones gritaban desesperados, sentía como se retorcían sin oxígeno, como si se volvieran cada vez más pequeños. Podía verme por fuera, saliendo de las olas, con la mirada perdida por no poder ver ni el comienzo ni el fin de esa pileta... pero lo sentía.
Mis intuiciones me acompañaron esta vez, pero en vano; era algo imposible de explicar. Y mi mente estaba en otro plano.
Exhausta por luchar en vano, me deje llevar por la corriente. Respiré profundo, llené mis pulmones de esa agua salada, mezclada con granos de arena, batida por el choque; impregné mis pulmones con humedad. Ya no importaba nada. Comencé a respirar cada vez más y más, el momento se volvía exasperantemente difícil. Luego, la costumbre. 
Las aguas calmaron.
Salí a la superficie, llegué a un borde, pero no era un borde; era algo más, la pileta continuaba pero me paré en mi lugar (ni siquiera caminaba sobre el agua). Ya no formaba parte de ese caos, ya volvía a ser yo, sin nada más, única.
El aire fresco era aterrador, ahora me sentía ahogada en aire. Desesperación.
Corrí para vivir, me encontraba sofocada, abrumada por tanta realidad de repente. Encontré mi bolso, podía ver mis manos mojadas, empapadas de algo que no sabía que era (no era agua, esas moléculas habían sido alteradas por algo más y ya no eran dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno. No).
Revuelvo: encuentro un paquete de cigarrillos. 
Tomo uno con mi mano húmeda; misteriosamente, el cigarro quedó intacto, seco como el clima de un desierto. Lo prendo, respiro... Ah, la satisfacción. Saciar la necesidad básica de respirar algo, para sentirme viva nuevamente. El agua de mi pileta, ahora compactada en humo.
Uno, dos, tres. Agrandar los pulmones para que ese aire gris, con su característico aroma, entrara en mi ser; podía sentir el recorrido como si fuera un viaje por mi interior.
No se cuantos cigarros fumé en ese momento, pero no podía parar. Estaba atosigada, cansada ya de tanto sinsentido. ¿Qué me estaba sucediendo?


Despertar fue un colapso, no hay peor cosa que sentir que tu aire no es tuyo
como si estuvieras en otra atmósfera, 
como si no hubiera oxígeno en realidad
como si miles de hombrecitos te taladraran los pulmones con máquinas y hachas
me destrozaban por dentro.
Las ganas de fumar tuvieron su efecto correlativo:
dolor de cabeza.

2 de julio de 2013

Relajando


En ese momento...
miradas largas, distorsionadas y fijas
silencios de horas que duran un minuto
o tal vez menos.
¿Quién diría que nos encontraríamos al final?