02:22 a.m
Largas noches de insomnio
¿cuántos días van? Ya perdí la cuenta.
Un auto pasa, siento como si despegara un cohete a mi lado
(10, 9, 8, 7, 6...)
Los sentidos alterados ya, sin razón alguna. La adaptación de mi organismo a la cafeína ya está controlada.
Una taza llena, la espuma es tan espesa:
marrón, blanca,
la cuchara revolviendo suena como si chocaran tazas, como si sonara el campanario de una iglesia.
Y mi mano,
como si esa cuchara fuera un remero y estuviera empujando, para llegar quién sabe a donde
pero con fuerza.
Ya no se ni lo que pienso
este encierro me está transformando la cabeza.
Es fácil de entender y explicar: no soy de las personas que se sienten cómodas aisladas, reclutadas en 4 paredes. Obviamente, entiendo que la salud es un tema importante y que podría agravarse de no ser así, pero ya no sé qué pensar al respecto.
¿Y si es la enfermedad la que me da insomnio? (Creía que era al revés, pero no)
Una enfermedad causando otra.
Un tercer elemento: la paranoia.
Los latidos de mi corazón ahora son tambores, a menudo no me dejan escuchar mis propios pensamientos.
Y los ruidos del exterior penetran mis oídos como cucarachas asquerosas, contaminándome sonoramente el triple de fuerte de lo que en verdad se oyen, resonando, haciendo eco en mi mente.
Mi realidad interior está cambiando. Tengo que bajar al mundo. O bajar al mundo hacia mí.
Abrir las ventanas: oxígeno limpio. La putrefacción de mi cuarto me está sofocando y asfixiando cada vez más y más (eso explica mis sueños). Me estoy encerrando en mi misma.
Claramente esto es una exageración, mis palabras son líneas mezcladas que encuentro en el café que estoy tomando en este momento.
03:05 a.m