El exterior se adentra en las profundidades de mi ser
su pase para acceder siempre fue el mismo:
el frío.
Cortando la piel, tajando y abriéndose paso
golpeando la (i)-realidad de mi yo-interior
para demostrarme que hasta las cosas mas hermosas se pueden ver en el triste invierno.
El golpe fue una gota
tan bella que me desconcertó, tan mínima que no podía creer que la sentí.
mientras miraba el mar, tan infinito
tan lejano y cercano a la vez
(una mezcla de sentidos que me desorientaba: oído y vista, y por momentos olfato).
Y allí, en ese instante de apenas segundos, es cuando me di cuenta que no estaba pensando en nada,
tenía la mente completamente en blanco
no percibí absolutamente nada que no viniera de mi
sólo contemplaba con miradas vacías las olas
yendo y viniendo, golpeando las rocas, erosionando el acantilado
y erosionándome a mi
con sus palabras incomprensibles
pero hermosas.
04:16 a.m